"Derecho del Pasante".

Publicado en por Enrique Riquelme Torres. Coordinador de Programas Académicos.

                                         

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“Ustedes no son, ni deben convertirse en gestores administrativos, en choferes del despacho, ni mucho menos en mandaderos trajeados. Su labor durante el tiempo de pasante es trascender mediante el aprendizaje y la experiencia para convertirse finalmente en abogados”

 Por el momento, me encuentro por primera vez, desde hace mucho tiempo, completamente desocupado. El verano es para mí,  por decisión propia, un período en el cual tomo un descanso de la universidad. No curso ninguna materia, ya que no tengo ningún apuro por terminar mi tan querida carrera antes de tiempo. Tal vez como una actitud para postergar lo que se es inevitable.

En vista de las circunstancias, aprovecho este tiempo como un espacio para dedicarme a distintas actividades relacionadas de manera directa o indirecta con mi carrera.

Este año tenía pensado dedicarlo de lleno a mis actividades como pasante. Tomar la oportunidad que se presenta para el aprendizaje intensivo del aspecto práctico del abogado litigante y pasar el día en el despacho trabajando.

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Circunstancias personales hicieron que tuviera que salir del despacho donde me encontraba trabajando al momento en que, de manera oficial, comenzara el verano. Razón por la cual y no dejando pasar un solo día, me propuse encontrar otro despacho de abogados donde pudiera cumplir el objetivo propuesto.

Sin embargo, me percaté de algo: la búsqueda de este nuevo despacho significaría tal vez una decisión mucho más relevante de la que fue la selección de los dos trabajos anteriores que había tomado como pasante.

Es importante mencionar que en el periodo de otoño 2011, empezaré mi séptimo semestre en la carrera de Derecho, así que lo más recomendable, será el decidirme por un despacho en el cual pueda comenzar a “crecer”. Esto implica, por supuesto, el permanecer por un tiempo más o menos prolongado y de manera formal en el mismo despacho.

Lo anterior significa que, para ingresar a cualquiera de ellos, debo de estar  decidido por una materia especifica dentro de la amplísima diversidad de ramas y especialidades que ofrece la carrera de Derecho. Asimismo plantearme de manera seria la idea de formar parte de este despacho hasta que me titule e incluso continuar ahí como egresado. No se ve bien eso de andar cambiando de trabajo cada semestre, habla de tu falta de compromiso.

Considero que lo anterior acontece por dos razones en particular: la primera de ellas, es que faltan menos de dos años para que sea un abogado titulado, por lo que tengo que formalizar mi relación con el trabajo, aún más de lo que ya lo he hecho; la segunda, es que los despachos no buscan pasantes de séptimo a octavo semestre, buscan estudiantes de segundo a quinto, especialmente los más “grandes y prestigiosos” de los despachos. Se rumora frente a los papeles de oferta de trabajo, pegados en las puertas del Departamento de Derecho, que si no los pasantes ya están amañados

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Afortunadamente, al día de hoy ya he tenido la oportunidad de participar en dos excelentes despachos, en los cuales he podido entrar en contacto con diversas ramas del derecho. Así es que después de pasantear –si, así se dice-  en materia energética, administrativa, inversión extranjera, mercantil, litigio civil, ambiental, internacional público y litigio penal, me doy cuenta que al participar en diversas ramas del Derecho, experimento en una de ellas, mucha mayor satisfacción que en cualquier otra. Por lo que al día de hoy, tengo la fortuna de saber precisamente a qué materia del Derecho es a la que me quiero dedicar. Seguro que no les importa, pero es importante para mí reafírmalo por escrito; (no me vaya a rajar) El Derecho Penal.

Sin embargo, atribuyo mi fortuna a la suerte, ya que yo ingresé a estos despachos por búsqueda propia. Si no, pregúntenle a mis antiguos compañeros pasantes, ahora amigos, ¿cuántos correos de “me interesa trabajar ahí” envié al despacho sin que nadie me preguntara? A lo que voy es que, hoy me doy cuenta mientras busco de nuevo ser pasante, que es una decisión difícil. Es menester elegir primero que nada, una materia específica del Derecho. Debes además armar tus horarios conforme a tu horario de trabajo, a veces sacrificando grandes profesores (-Oye Pedrito, ¿porqué metiste Argumentación con X? -Psssss, por horario). Tienes que repartir tu tiempo, energía, buena cara y disposición entre dos ámbitos sumamente importantes de tu carrera: el aprendizaje teórico, científico y doctrinal (proporcionado por la Universidad) vs. la práctica, experiencia y currículo del pasante.

Se complica aún más cuando te das cuenta que la mayoría de los anuncios de la bolsa de trabajo (posteados en línea, ó con “diurex” al vidrio del departamento), te invitan a trabajar desde el segundo semestre y te fijan como límite el quinto. La invitación más común es para ingresar a las áreas de: Derecho Corporativo (cuando Mercantil I se toma en 5º semestre y Mercantil II en 6 º), Litigio Civil (cuando Derecho Procesal Civil se toma en 4 º semestre y Amparo en 7º) ó Ambiental (¡Ambiental es de 8 º semestre!) solo por nombrar algunos ejemplos.

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No insinúo que si no has tomado la materia no puedas trabajar en el despacho. Adelante, yo decidí desde el día en que me enteré que en Derecho se estudia y trabaja, que no iba a hacerlo hasta que no tuviera una idea clara de lo que es mi carrera y empezara a inclinarme por un área de interés. Mucho menos trabajar en algo que no sabía que era. Por lo que trabajé hasta el quinto semestre (ya grandecito), en un despacho corporativo enfocado en materia energética, especializado en trabajar con empresas extranjeras, ayudándolas a participar en actividades relacionadas con el petróleo, gas, electricidad, agua y minas.

Para ese entonces estaba cursando las materias de Derecho Administrativo II y Derecho Internacional Público (Dr. Manuel Hallivis y Lic. Fernando Heftye) por lo que entendía perfectamente lo que hacía dentro del despacho, siempre y cuando se relacionara con dichas materias. Por lo tanto, lo disfrutaba enormemente. Sin embargo por cuestiones de horarios, ese semestre no pude cursar la materia de Derecho Mercantil I, como consecuencia, desconocía  lo que era una Sociedad Anónima (S.A. de C.V. ¿no?) y porqué se diferenciaba de una Sociedad de Responsabilidad Limitada y de una S.A.P.I. y el despacho tenía como actividad recurrente para los pasantes, la de realizar actas de asambleas, Así las cosas, mis actas contenían fallas en lo más elemental.

A pesar de las explicaciones siempre bien intencionadas pero fugaces de mis jefes y las innumerables expediciones que hice a la Ley General de Sociedades Mercantiles, mis actas no mejoraban de manera notable porque sencillamente no sabía qué estaba haciendo.

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Terminé por no comprender el contenido de mis actas y con el tiempo, decidí que la materia no era para mí. Así que incurrí en el uso de “machotes para sacar la chamba”. Afortunadamente, el despacho contaba además con un área de litigio. En ella se atendían amparos en materia administrativa y procedimientos de inconformidad y quejas ante los órganos internos de control de entidades paraestatales. Gracias a que había cursado las materias de Derecho Procesal Civil, materia en la que se estudia el Código de Procedimientos Civiles de aplicación supletoria a la Ley de Amparo y Derecho Administrativo II en la que se aprende el uso de la Ley Federal del Procedimiento Administrativo y a la ayuda de un gran amigo que me enseñó a litigar, me convencí de que ese era el camino que quería tomar en lo que respecta a Derecho: el litigio.

Al terminar ese semestre dejé el despacho, muy agradecido, con grandes amigos y experiencias. Sin embargo me di cuenta que el mayor aprendizaje que obtuve durante mi tiempo ahí, no fue el de la aplicación práctica de mis conocimientos sobre Derecho, sino el de la ética de trabajo, la formalidad, el compromiso y el trabajo en equipo. Mi tan notable falta de conocimiento en un área clave de un despacho corporativo, como lo es el Derecho Mercantil, no me permitió involucrarme verdaderamente en los temas vistos en el despacho y aprender.

Al ingresar a mi nuevo trabajo (el cual se especializaba en litigio penal y ocasionalmente civil) me percaté inmediatamente de que el conocimiento de la materia en su ámbito teórico, me permitía participar  de una manera activa y muy productiva en las actividades laborales del despacho. Para ese entonces, ya había cursado las materias de Derecho Penal I (Dr. Hernández Pliego), Derecho Penal II (Lic. Morales), Derecho Procesal Penal (Dr. Hernández Pliego), Derecho Procesal Civil (Lic. Ángel Oswaldo Rodríguez) y Derechos Humanos (Lic. Santiago Corcuera). Además me encontraba cursando la materia de Juicio de Amparo (Lic. Guati Rojo) y Derecho Procesal Constitucional (Lic. Pablo Enrique Reyes Reyes). Sin contar el conocimiento adquirido del Derecho Civil, gracias a las materias: Personas y Familia (Lic. Mariana Dobernig), Bienes y Derechos Reales (Lic. Juan Rodríguez Alanís), Obligaciones I y II (Lic. Juan Cortiñas) y Sucesiones (Lic. Ostos).

Durante el tiempo que trabajé en este despacho, la experiencia de aprendizaje -puedo afirmar- fue genuina. No era necesario que me explicaran los conceptos más elementales de la materia (ahora sé que las S. de R.L. tienen socios y no accionistas). En cambio, se me pedía de manera habitual, el realizar proyectos de amparos, denuncias de hechos, declaraciones para probables responsables, escritos de ofrecimientos de pruebas, agravios en apelaciones ó estrategias de trabajo para el cliente. Pero aún más importante, se consultaba mi opinión y me daban seguimiento de los asuntos. Ya no se me pedía que mi trabajo se limitara a transcribir las 12 hojas que conformaban el acuerdo emitido por el Juez. En cambio, me permitían presentar un resumen del mismo,  pues confiaban en que podía extraer lo que fuera realmente relevante. En efecto, a esa altura, ya era capaz de hacerlo.

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A lo quiero llegar es a esto: me encuentro ahora en el problema de reconocer que mientras más aprendo Derecho durante mi tiempo como estudiante, menos me quieren contratar los más “grandes y prestigiosos” despachos de abogados,  pues “ya me amañé”. En otras palabras, ahora tengo un genuino interés en participar de manera efectiva en los asuntos en los que trabajo, pues los comprendo. Ahora el traducir contratos de inglés a español, como única actividad ya no me satisface –nunca lo hizo-. Acomodar folders, ya no suena tan atractivo como antes –jamás me interesó, de verdad-. Manejar dos horas para dejar un papel, me parece tiempo desaprovechado –siempre lo pensé-. Y hoy, al platicar con compañeros, me doy cuenta de que algunos, no todos, han tenido este desafortunado trato por parte de sus despachos. Algunos incluso después de casi dos años de trabajo. No importa si son estudiantes de tercer o sexto semestre, algunos han sido convencidos de que su actividad como pasantes, debe reducirse a esto durante todo el período universitario. Ya que supuestamente no saben nada sobre el ámbito práctico del derecho.

A eso es a lo que ahora -como pasante amañado- me opongo. Y les pido a ustedes, que también lo hagan, a priori y ex post. No consideren que esa es la condición natural del pasante antes de comenzar a trabajar, ni permitan que dichas circunstancias persistan mientras trabajan.

La labor del pasante es inevitable y gustosa. Implica la labor de aprender todo lo que involucra la actividad del abogado en su ámbito práctico: conocer la ubicación de los tribunales, de las oficinas de gobierno, de los juzgados y reclusorios; aprender el trato con funcionarios públicos, entender qué es lo que se debe hacer en cada lugar y cómo comportarse con la autoridad; quién es el Secretario de Acuerdos y el Secretario Proyectista, saber que existen mesas de trámite en cada juzgado y conocer a los actuarios para diligenciar un exhorto o emplazar a la contraparte (“me desocupo hasta las 2 Lic.” contesta el H. Actuario adscrito al Séptimo Juzgado de lo Civil en el Distrito Federal).

Todo esto es de capital importancia y he disfrutado mucho al aprenderlo. No quiero dejar de hacerlo nunca, pues es parte de mi profesión y elección de vida. Pero tampoco quiero, ni he querido que éstas se conviertan en mis únicas actividades.

Estudio Derecho para aprender a aplicarlo en un mundo práctico. Para solucionar conflictos reales, no me sirve el solo conocimiento de una praxis exageradamente purista. Entiéndase por praxis exageradamente purista: el paseante que labora de nueve a dos y que no experimenta la aplicación efectiva de la técnica aprendida en las aulas (el énfasis es por el suscrito).

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En consecuencia, si como estudiante has tenido o tienes, la fortuna de cursar alguna de tus materias (cit. Obligaciones I y II) con un gran maestro. Ten la confianza de saber, que tienes algo que opinar respecto al pacto comisorio tácito, cuando se presente el momento. De igual modo, si conoces los elementos para acreditar el cuerpo del delito y la probable responsabilidad del indiciado, es necesario aportarlo en el momento adecuado, reconociendo tu humildad como estudiante, pero también convencido de que no estás en un despacho solamente para realizar y entregar escritos de copias.

Considera que al trabajar toda la mañana y a las horas de la comida, estás usando la energía que tenías reservada para las clases de 4:00 a 10:00. Plantéate como pregunta honesta: ¿te parece más importante el quedarte dormido en tu clase de 6:00 a 8:00 o cabecear de 4:00 a 6:00, porque estás cansado de copiar acuerdos que aún no entiendes y encontrarte en la precaria situación en la que nadie del despacho tiene tiempo de explicártelos? ¿O mejor, el conocer, opinar y participar efectivamente en las actividades de tus clases? Debes valorar tu aprendizaje universitario, no transitar “taciturnamente” por tu instrucción profesional.

A los estudiantes de semestres inferiores, les aconsejo que no consideren trabajar en un despacho hasta no haber cursado la materia de especialización respectiva. Por supuesto que me expreso desde mi experiencia personal, pero hoy en día, después de haber tomado Derecho Mercantil I (Lic. Salvador Arroyo) tarde me entero de lo mucho que me gusta el Derecho de las Sociedades; sin embargo, mi experiencia en la tan afamada “práctica” de esta materia, fue tan desafortunada, que ahora he perdido el interés en participar en un despacho especializado en la materia. Tal vez de haberla cursado antes, aún lo tendría.

Afortunadamente el Derecho, como ustedes bien saben, es uno solo y simplemente se divide en distintas materias para fines didácticos y doctrinales. Así que no me faltarán oportunidades tratar el tema.

También les recomiendo elegir despachos de reducido ó mediano tamaño, para aprender verdaderamente. Existen grandes opciones, como el primer despacho en el que trabajé, en el cual no había más de quince abogados y aún así, es reconocido internacionalmente como el mejor despacho en materia energética de América Latina. Mi segundo trabajo fue en un despacho conformado únicamente por dos abogados y tres pasantes, las matemáticas son efectivas, mientras más interacción puedan tener con sus superiores, más podrán aprender.  La relación tiempo/aprendizaje será mucho mejor.

El despacho monstruo/empresa, con distribución piramidal de 473 abogados (Asociado en capacitación principiante Jr.), nunca me llamó la atención. Sin embargo, cada quien es libre de elegir.

Desgraciadamente, la carrera de Derecho en México sufre de grandes deficiencias. Me gustaría ver que nuestro plan de estudios se asemejara más a la formación del Médico Cirujano: rotaciones clínicas, servicio social, práctica profesional e internados que fomenten la interacción del ámbito práctico y teórico de la profesión.

Ya que un aprendizaje efectivo de la conformación del Derecho: la teoría y la práctica, es crucial para nuestra formación profesional y para el beneficio de las personas que contratan nuestros servicios. Considera esto mientras pasanteas: ¿Tu despacho te está dando las herramientas para ser un profesional integral ó solo para cumplir la función de un engrane en la cadena de producción del despacho? Si llevas tres meses trabajando en litigio civil y no sabes hacer un escrito de autorización sin machotes ni ayuda, considéralo aún más.

                                                    

Le pediría a nuestro departamento de Derecho, mayor interacción e interés en los trabajos que se ofrecen a los alumnos, y desmotivar las prácticas de “límites de semestre”, pues en muchos casos son estrategias malintencionadas de los socios de los despachos, para pagar menos a sus pasantes o mandarlos a realizar las mecánicas y aburridas prácticas antes mencionadas.

Una mayor interacción, adquiere vital relevancia cuando se considera que existen despachos de abogados que contratan estudiantes de primeros semestres, los cuales aún no han tomado las importantísimas materias de Deontología y Ética Jurídica (Dra. Enriqueta Ponce) y Filosofía del Derecho, con la finalidad de “amaestrarlos” en el reprobable arte de enviarlos a entregar dádivas y sobornos a los funcionarios de tribunales, juzgados y ministerios públicos tanto en el fuero común como en el federal.

Inclusive, se ha escuchado decir a los alumnos: “Hasta me han mandado a “darle” a un Magistrado de un Tribunal Colegiado de Distrito….”. Esto no es culpa de los estudiantes (tampoco del departamento –completamente-), es culpa de los pseudo abogados que contratan a los pasantes recién ingresados a la carrera de Derecho y los convencen con mentiras como la siguiente: “Así es la práctica en México” perdurando aquel vicioso círculo de corrupción e impunidad que azota al país día a día. No nos podemos permitir escuchar ni reproducir estas afirmaciones, mucho menos como futuros egresados de la Universidad Iberoamericana.

De lo anterior, se desprende el que debe existir un compromiso serio con los alumnos, de garantizarles despachos de abogados  honorables, justos y comprometidos con la enseñanza extramuros. ¿Están tranquilos sin saber qué despachos contratan a sus estudiantes? ¿Qué filtro es aplicado a dichas solicitudes para pasantes? Cuando mi despacho anterior me solicitó pegar el anuncio de “se busca pasante”, en el Departamento solo me pidieron que gestionara la adquisición de un pedazo de “Masking Tape”.

¿Quiénes son los que ofrecen trabajo? ¿Bajo qué condiciones? ¿Respetan las horas de estudio, comida, descanso y calendario de exámenes? ¿Las condiciones mínimas de trabajo establecidas en ley?

                                                 

Los estudiantes no conocen estas condiciones, por lo tanto no las solicitan (reclaman). Tampoco se les enseña a exigir una participación efectiva ó un aprendizaje justo por el tiempo invertido en el despacho, ni retroalimentación profesional. ¿No existen inclusive aquellos despachos que asignan números de serie a los correos electrónicos de los pasantes, como si fueran productos transitorios (pasante12331@grandespacho.com.mx)? ¿O los que los despiden después de varios semestres de compromiso, ante el inminente aumento de sueldo por convertirse en abogados?

Así, de nuevo les pido que investiguen los despachos a los que desean ingresar. Que valoren efectivamente los conocimientos adquiridos durante la carrera, y si los mismos serán realmente útiles para el trabajo a desempeñar. Comparen oportunidades de trabajo y opten por aquélla que más les favorezca. Indaguen sobre la verdadera función del pasante en el despacho, y la consideración que se le tenga a éste como elemento integrante del mismo: ¿te consideran un engrane o un abogado en capacitación? El trabajar medio día no es excusa, ni justifica el convertirte en el traductor oficial de la oficina, ni en el escribano de los correos electrónicos por tres semestres. Consulten con el departamento de Derecho y compañeros sobre el lugar de trabajo y sus políticas frente a los pasantes. Recomiendo además ampliamente el no temer dejar una opción para probar otras.A pesar de lo que afirmé anteriormente, es importante saber que siempre se podrá encontrar un buen trabajo como pasante o abogado.

Una persona alguna vez me afirmó: “La práctica del Derecho es muy noble, nunca te va a dejar solo”. Un buen abogado/despacho/empresa siempre te valorará por tus conocimientos y voluntad de trabajar, no por la cantidad de dinero que pueda ahorrarse utilizando el argumento de “¿cuánto quieres que te pague si no sabes hacer nada?” ó bien, “no, pues ese no sirve, porque ya quiere hacer escritos y no sale a la calle” (entiéndase: pasante amañado).

No piensen mal, salir a la calle es una gran experiencia. Igualmente, si se encuentran en un trabajo de oficina, aprovechen las comodidades rutinarias de la misma. En el despacho corporativo en que trabajaba teníamos la mejor máquina de café del mundo, ó por lo menos así se nos informó vía Outlook.

Siempre consideren su trabajo como valioso y sus aportaciones como importantes.

Ustedes no son, ni deben convertirse en gestores administrativos, en choferes del despacho, ni mucho menos en mandaderos trajeados. Su labor durante el tiempo de pasante es trascender mediante el aprendizaje y la experiencia para convertirse finalmente en abogados. Verdaderamente estamos aprendiendo fuera de la Universidad. Así que se debe de exigir lo mismo, tanto del despacho como de la institución donde se estudia. La calidad profesional como abogado es directamente proporcional a la cantidad de aprendizaje que se obtenga durante este tiempo.

Deseo aclarar el porqué menciono a los maestros de las materias cursadas: gracias a ellos tengo la confianza de saber, y considerarme al día de hoy, como un elemento de valor en un despacho. Si bien es cierto que mi calidad de pasante, por lo pronto, es inevitable, confío en que la formación universitaria obtenida en las aulas con dichos profesores ha sido y será mi base profesional; misma que será complementada con la práctica obtenida como pasante. Para mí no existe eso de “nada de la escuela sirve, todo lo aprendes trabajando”, dicho infortunado de muchos estudiantes de la carrera de derecho.

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Gracias a todos los que han intervenido en mi aprendizaje como pasante; que me ayudaron a darme cuenta de la importancia de realizar esta actividad un buen despacho de abogados. A mis compañeros y amigos de la carrera con los cuales he intercambiado opiniones y puntos de vista respecto a este tema. C.B.S., G.S.E.S., A.V.S., R.A.B., J.J.A., M.M.L., R.S.R.R., L.O.D., J.Y.A, S.C.M., I.R.R., S.C.E.

 

“A partir de entonces, todo fue una serie de acontecimientos afortunados. Con Carranca y Trujillo aprendí Derecho Penal con método y amor. Aprendí a redactar escritos en los que se expresaban las ideas con claridad y sencillez; a interpretar los textos legales en la búsqueda de su verdadero espíritu; a tratar a todas las personas con educación, afabilidad y cortesía; a respetar a los profesores, funcionarios públicos y servidores en general. Era extraordinario caminar al lado del maestro Carranca por el entonces centro de actividades de litigantes, jueces y magistrados (léase el Zócalo) y sus calles aledañas: Donceles, Palma y Cinco de Mayo. A cada paso, la mayoría de las personas se detenían a saludarlo con admiración y afecto” (Guzmán Franco Ricardo, sobre ser pasante para Raúl Carranca y Trujillo; “Ser Penalista”, Ed. INACIPE,  pág. 49)

 

“Los abogados, en nuestro ciego rumbo de individualismo y disgregación, no solo hemos talado el bosque, si no que cada año arrasamos con el vivero” (Ángel Ossorio y Gallardo, “El Alma de la Toga- Los Pasantes” Ed. Porrúa,  pág. 137)

 

Imágenes obtenidas de: www.flickr.com 

El contenido del presente artículo es responsabilidad estricta del autor, no refleja la postura u opinión  del Consejo Editorial de Ius Ibero.

 

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E
<br /> <br /> mi mail es milotz@hotmail.com<br /> <br /> <br />  <br /> <br /> <br /> <br />
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E
<br /> <br /> Enrique, <br /> <br /> <br /> Lei tu artículo en Ius Ibero, entro a Octavo Semestre, y tengo el<br /> mismo problema. Nadie me contrata.<br /> <br /> Me encanta el derecho y acudo siempre a mis<br /> clases. <br /> <br /> <br /> Porfavor, ayudame a circular mi CV, ayudame a encontrar, un buen<br /> despacho de abogados.<br /> <br /> <br /> Te lo agradecería mucho.<br /> <br /> <br /> Gracias.<br /> <br /> <br />  <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> Carta de Presentación Emilio Salleh.<br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> Con el propósito de reafirmar mi<br /> interés para postularme a una vacante dentro su empresa , me permito hacerles llegar mi<br /> Currículo Vitae, con el objetivo de cubrir próximamente un puesto dentro de sus equipos de<br /> trabajo; <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br />  <br /> <br /> <br /> <br /> Actualmente estoy cursando, la<br /> licenciatura en Derecho, en la Universidad Anahuac México Norte. Estare finalizando mis estudios en Agosto del 2012<br /> aproximadamente. <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> Como experiencia laboral, me he<br /> desarrollado, politicamente, dentro del Partido Verde Ecologista de México, ejerciendo el cargo de Representante del PVEM<br /> ante el IEDF. Al igual que en el Consejo Ciudadano del D.F. como asesor jurídico.<br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> Me gustan los retos que requieran<br /> creatividad, comunicación y análisis, por esta razón me considero afín para incorporarme perfectamente a su estructura de<br /> trabajo, considero reunir cualidades profe<br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br /> <br />
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D
<br /> <br /> Hablo únicamente por experiencia personal; en mi caso la licenciatura en Derecho no significo nada, puesto que una vez concluida la misma (con promedio de mención honorífica), la realidad se hizo<br /> presente, jornadas maratónicas a cambio de una remuneración notablemente inferior en proporción a la actividad desempeñada y empleadores con gran tendencia al control y despotismo digno del<br /> absolutismo europeo, en fin que mi corta experiencia no resulto ni grata ni esperanzadora, y en estos momentos de desempleo (mayor a un año) me doy cuenta que probablemente no encuentre una plaza<br /> que valga la pena y tenga que conformarme con otro trabajo en condiciones humillantes (en caso de que alguien tenga la "compasión" de admitirme), y recordando las palabras de Sancho en el Quijote<br /> de Cervantes "Oficio que no da de comer a su dueño, no vale ni dos habas" concluya que la carrera en mi caso, no valió la pena.<br /> <br /> <br /> En alusión al "Alma de la Toga" contrapondría el "Diálogo de Melos" donde queda expuesta la verdadera esencia del Derecho y recordaría que no en balde el genial Fyodor Dostievsky afirmaba que los<br /> abogados carecían de consciencia.<br /> <br /> <br />  <br /> <br /> <br /> <br />
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A
<br /> <br /> "El manual del pasante" es un documento legal positivo de todo despacho. Adicionalmente, me preocupan particularmente; las actitudes aparentemente pragmáticas; corruptas y materialistas<br /> que se viven en los despachos afectando a los pasantes. El abogado fundador, socio del despacho, abogado empleado, etc, debe tener como responsabilidad orientar profesionalmente con ética al<br /> pasante. No estaría del todo mal, también crear "el manual de etica profesional del abogado frente al pasante", dado que el 75% de los despachos en México practican el fraude procesal y cohecho<br /> con las autoridades públicas, federales, estatales y municipales y el mercantilísmo a ultransa. Para tal efecto, lo primero, es dar el ejemplo de los abogados patronos a los<br /> estudiantes, instruyendo y actuando en el sentido de enseñar a los pasantes que un despacho de abogados es prestigioso y digno de todo elogio profesional en un país, no por sus éxitos<br /> materialistas o por el tamaño del mismo o por sus clientes comerciales importantes o por sus contactos e influencias que tengan; sino por su labor humana, y el cumplimiento de los tres principios<br /> a seguir, Justicia, Equidad y Bien Común...<br /> <br /> <br /> "Enseñémos a distinguir a los pasantes la profesión justa, ideal y divina del derecho planteada por Marco Tulio Cicerón; de la quasi-actividad del abogado comercial y actual,<br /> desorientada que propugna por ganar a un supuesto gran cliente de empresas mercantilistas domésticas o extranjeras en todas sus modalidades, de la copia de un<br /> sistema de derecho anglosajón por naturaleza manipulable y cambiante, de la corrupción de un sistema gubernamental federal, estatal o municipal, mexicanos; entre otros, como objetivos<br /> obscuros y mal comprendidos por nosotros, los abogados."    <br /> <br /> <br /> <br />
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F
<br /> <br /> La realidad de los pasantes en nuestro país es un simple reflejo de un cierto aspecto de la composición social del mexicano: tomar lo mas que se pueda, dar lo menos posible e ignorar la<br /> problemática actual diciendo "yo también pasé por eso, no invente las reglas".<br /> <br /> <br /> Debese luchar por construír una estructura que vaya en favor del estudioso del Derecho y la calidad académica, porque al no hacer nada nos conformamos con la pobre y lamentable situación que<br /> vivimos.<br /> <br /> <br /> Exijamos un mejor nivel universitario, trabajos que realmente sirvan en nuestra formación profesional y concluír con el refrendo de compromiso ético y de responsabilidad.<br /> <br /> <br /> La indiferencia tiene un costo, y en México es el 66% de licenciados en Derecho no ejerciendo su profesión, y quienes lo ejercen, menos de la mitad de una tercera parte puede<br /> considerarse socioeconómicamente holgado.<br /> <br /> <br /> Las decisiones que tomemos hoy determinarán nuestro futuro.<br /> <br /> <br /> FCG<br /> <br /> <br />  <br /> <br /> <br /> <br />
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