"¿Dónde Quedó?"

Publicado en por Karim Alfonso Fayad Gómez Palacio. Representante UIA Torreón (Laguna).

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En vísperas de regreso a “mi Torreón” a un año y medio de haber estado de  intercambio en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, además de las ricas experiencias que sigo y seguiré masticando día con día por todo lo vivido que además no me cansaría de compartir, lo que no puedo dejar de cuestionarme, preguntarme y preguntarle incluso a quienes me rodean es… ¿Y dónde quedó?

Desde que se entra a las instalaciones de la UIA Santa Fe uno se va sintiendo chiquito, algo perdido. Desde los pasillos que parecen no terminar, hasta la explanada que pareciera ser ocho veces más grande que la de Ibero Torreón se le ve a este “monstruo joyero” con algo de timidez, pero cuando te das cuenta que tal vez ninguno de los diez mil estudiantes va a ser capaz de saludarte, sonreírte o siquiera tocar su mirada con la tuya, es cuando se vuelve imposible no sentirse algo cohibido, insignificante y con ganas de haber puesto más atención en aquella clase de secundaria cuando se nos enseñaba el valor de la humildad. He coincidido tanto con foráneos como con capitalinos un poco más “despiertos” al decir que en estas instalaciones se respira otro aire, un poco más denso me atrevería a decir, cierto aire de indiferencia tanto con la universidad y su filosofía como con la misma gente que habita en ella. Como buen “provinciano” llegué a esta grandiosa universidad con muchas ilusiones, creía inocentemente que me esperaba una universidad llena de alumnos “más ignacianos”, más despiertos o hippies como ahora me he enterado, les dicen por allá. No dejaba de criticar a mi universidad de origen y por ende a sus alumnos de ser indiferentes e insensibles…. y vaya sorpresa que me di al darme cuenta de que esta nueva universidad que me recibía iba a ser todavía más fría, indiferente y capitalista.  A esos “hippies” al parecer solo los iba a encontrar en la carrera de Filosofía, en la UNAM o en el SME.

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Y es en esos momentos, al inicio, al transcurso y sobre todo al final de esta experiencia tan rica en la Ciudad de México que es cuando vuelvo a abrir los ojos y me vuelvo a encontrar con aquella pregunta que ya venía creciendo y me había hecho hace algunos años… ¿Y dónde quedó?

¿Aquel “espíritu jesuita” que tanto se me prometió desde que entré a la Pereyra? ¿Aquella libertad de la que hablaban mis ex compañeros de prepa con tanta añoranza? Para convertirse en una especie de hospital psiquiátrico donde no puedes ni asomar la cabeza por la puerta sin que un intento barato de prefecto te quiera suspender por “mala conducta”. ¿Dónde quedó aquella universidad de inspiración ignaciana, que nos iba a invitar a velar por el desprotegido, el de “abajo”, a luchar por las injusticias en todos los niveles socioeconómicos o a zarandear a los de “arriba” que vivieran suprimiendo no sólo a los desprotegidos si no a todos sus semejantes? ¿Quién iba a pensar que algún día la inspiración de San Ignacio, se iba a mal interpretar y a mal usar, de tal manera que en nombre de ésta se nos encaminara y prácticamente se nos convenciera a ser “uno más” y nuestras fuentes de inspiración pasaran de ser personas como Jesús, Buda, Sócrates, Gandhi o Nelson Mandela, para pasar a ser “grandes Dones” como Carlos Slim, Donald Trumph o aquel típico empresario que solo busca ganar más y más dinero para gastarlo un fin de semana en Las Vegas?

¿Cuando la sed de San Ignacio de formar a mujeres y hombres ansioso de amor, de vida y de servir a los demás se vio saciada para formar mujeres y hombres al servicio de un sistema económico que no hace más que aplastar a los desprotegidos, a los “pobres”? ¿Cuándo se callaron aquellos Jesuitas cuestionadores, buscadores de la verdad y de la igualdad social?, ¿Dónde quedaron aquellas instituciones Jesuitas dedicadas a despertar a los jóvenes, a inspirarnos a luchar por las injusticas sociales, por la paz, el amor, por un México funcional, para no permitir el México de hoy que se encuentra perdido en la delincuencia y la mediocridad?

Nos encontramos cobijados por instituciones llenas de rectores y directores que se preocupan más por la imagen, que por la calidad, por la puntualidad de sus maestros, más que por la aptitud y actitud de los mismos, instituciones dirigidas por rectores que juzgan de “perturbadores sociales” a aquellos pocos maestros que siguen teniendo la valentía y capacidad suficiente para señalar una injusticia, o para hacernos ver la realidad en la que se encuentran sometidas dichas instituciones…verdades que por supuesto ningún rector de la actualidad se atreverá a aceptar. Inmersos en programas que satisfacen a instituciones viejas y arcaicas como la SEP más no a su alumnado y no se diga a lo soñado por San Ignacio, con maestros que hacen como que nos enseñan para nosotros los alumnos hacer como que aprendemos y así las universidades hagan como que son las mejores al intentar enseñarnos la filosofía ignaciana con materias simples y que para nada implican ahondar en la esencia de lo que él nos dejó, mismas que se han convertido de “relleno”, solo aburren a los alumnos y no se tratan con la profundidad y seriedad debidas para así despertar o sacudir a los alumnos UIA`s con programas de Derechos Humanos pobres, sin presencia y que guardan silencio ante el México actual, no trascienden mas allá de las paredes de la universidad y a aquellos pocos atrevidos y comprometidos con el tema se les trata de callar o menospreciar, claro siempre de una manera sigilosa, pero como no hacerlo si ni a la misma Ibero le conviene echar un vistazo hacia adentro y darse cuenta que ni sus alumnos, ni sus maestros y directores, son capaces siquiera de voltear a ver y tratar con decencia ni a sus semejantes ni a sus subordinados de hasta más “abajo”, cuando a veces estos pueden llegar a ser mas humanistas, amorosos, agradecidos, respetuosos y trabajadores que los grandes Maestros o Doctores con los que pueden llegar a contar nuestras instituciones.

Pasillos tristes y apáticos donde la minoría está dedicada con la filosofía propuesta por San Ignacio u otros Jesuitas con vocación, Iberos llenas de gente (aunque ya no en todas) pero vacías de amor, visión o compromiso para con los demás, sin gente para irse de misiones, a Ejercicios Espirituales, retiros, conferencias, ONG`s, pero si llenas de gente ambiciosa, egoísta y que solo busca volverse más rica o poderosa. Llenas de personas indiferentes con ellos mismos y con los demás, repletas de alumnos con dinero y “privilegiados” pero sin ningún interés por identificarse con la Universidad, lo propuesto por San Ignacio y no se diga con la sociedad en general. Capillas solas, retiros sin gente joven, materias de integración y pláticas llenas de alumnos dormidos que solo están ahí porque “cuentan” para pasar, para graduarse, olvidándose que cada día, cada momento, cuenta, no solo aquel día en el que nos pongan un numerito en una hoja de papel, ya sea para pagarnos un cheque o graduarnos de la universidad.

¿Y dónde quedó?...me sigo preguntando hacia el final de este pequeño escrito y hoy me atrevo a decir que en lugares olvidados como aquel Belén de hace más de 2000 años, en personas tan sencillas pero tan amorosas como Enrique Ponce de León S.J. que ya no sabe ni cómo hacerle para compartirnos y tratar de abrirnos los ojos para darnos cuenta de lo mucho que San Ignacio, Jesús y Papá Dios (como amorosamente le llama) nos aman, en ese John Sobrino, que aun escondido de nuestro “ilustre” y viejo Papa, busca despertarnos y que nos adentremos en el misterio de Jesús, en ese intendente olvidado a quien hoy le volteamos la cara o le vimos feo por ser quien limpia los baños, en aquella secretaria que no gana más de diez mil pesos y nosotros arrogantemente ni saludamos y aun así esperamos que nos arregle la vida porque no somos ni capaces de inscribir bien nuestro horario…y aun así con una sonrisa nos atiende. Está en ese hermano, esa hermana de aquel lejano pero tan cercano Juárez que nosotros vemos solo en la tele y al cambiar de canal ya hemos borrado de nuestra mente.

Espero y confío que más de una persona que lea este articulo se hará la misma pregunta por lo menos por algunos minutos, lo cual significara que mi misión se habrá cumplido y mi trabajo por el momento habrá concluido pues algo se habrá sembrado y también se que al terminar de leer el mismo nada cambiará y tal vez solo reciba criticas lo cual está bien y serán bien recibidas, pues no hay nada más fácil para criticar que un artículo de reflexión personal.

No espero de este articulo más que poner en evidencia lo que muchos ya hemos vivido, sabido o visto a lo largo de nuestro caminar por instituciones Jesuitas pero que a su vez es tan difícil de palpar, comprobar o percibir y aunque parezca un articulo negro espero se logren ver las pinceladas de color que he tratado de dejar a lo largo del mismo puesto que lo expuesto aquí va con la intención de que lo lea quien lo lea vaya abriendo los ojos junto conmigo porque vaya que quiero y me identifico con los Jesuitas, sus instituciones y sobre todo con su filosofía (aunque me gustaría hacerlo más) pero tanto los quiero y tanto significan para mí que no podría seguir caminando a su lado y decir que no pasa nada, que sus universidades son las mejores del país con los mejores programas humanistas, negar que en la actualidad les está faltando en dicha formación (en mi opinión) y que todo se encuentra perfecto, ya que no lo es así, falta que trabajemos TODA la comunidad si queremos seguir siendo acompañados por grandes maestros como lo son los Jesuitas.

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L
<br /> <br /> Las generalizaciones casi siempre tienen algo de falso y de injusto. Yo también conozco y admiro al Padre PONCe de León. Y aunque fuera él el único que estuviera en una UIA cualquiera, ya no<br /> habría que verlo todo tan negro. Sí se vale renegar de esos funcionarios que nos invitan más al éxigo individualista capitalista que a los ideales jesuitas y cristianos. Pero cada alumno y cada<br /> profesor debe hacer oír su voz y contrarrestar en nuestras universidades lo que tienen de mundanas y burguesas. Sí, es preciso que nos purifiquemos y propongamos. Es preciso que contrarrestemos<br /> lo decadente y nos dediquemos realmente, en todo lo que podamos "a amar y servir en todo" Pero también que no se entiendan nuestras críticas como decepciones absolutas, como sí ya no pudiéramos<br /> cumplir como alumnos o como profesores de una universidad iganciana por el hecho de que nuestros ambientes se estén aburguesando. Protestemos, pero propongamos. Cada quien a su manera.<br /> Atentamente Javier Prieto Aceves desde Tijuana.<br /> <br /> <br /> <br />
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